AHORA HABLARÁ GUAYAQUIL

JUAN JOSÉ ILLINGWORTH

Al COVID 19 se le ocurrió entrar por Guayaquil, puerta principal del Ecuador, donde la gente ya vive 3 años menos que en la Sede Del Poder (SDP). Pasó enseguida a Los Ríos, la provincia de menor esperanza de vida del país (4 años menos). Nos sorprendió el COVID 19 con una infraestructura en salud muy frágil. Mientras que en Pichincha hay 1.82 camas hospitalarias por cada mil habitantes, en Guayas hay apenas 1.37 y en Los Ríos 1.26. Se necesitarían 1,914 camas para que Guayaquil iguale a la SDP, imaginen el costo. Hay 5,857 camas, pero la mayoría (3,108) son de instituciones privadas, entre ellas la Junta; si restamos esas camas, la presencia del gobierno central (GC) en Guayaquil es de llorar: las 3 peores provincias del país son Guayas, Santa Elena y Los Ríos ¿Coincidencia? Igual sucede con los médicos por cada 1,000 habitantes: La SDP, Sede Del Poder: 2.72, Guayas 2.08 (incluye los de la Junta) y 1.39 en Los Ríos. En enfermeras, las 3 provincias peor atendidas son las mismas (FUENTE: INEC)

Y claro, es sobre camas hospitalarias y con personal que se atiende a pacientes graves de COVID 19. Además, se necesita respiradores artificiales. ¿Dónde hay más? Como no hay estadísticas, es plausible pensar que allá, en la SDP, a donde tienen que llevar las muestras de los exámenes para saber si uno tiene COVID 19. Las muestras necesitan un trato y temperatura especial, pero las hacen viajar a la SDP, con aeropuerto y vías cerradas. La detección temprana es crucial para enfrentar la propagación y mortalidad, pero el centralismo en los tests es tan nefasto que los boletines oficiales muestran (sin destacarlo) que el porcentaje de pruebas con resultados pendientes crece todos los días y las pruebas bajan a la mitad los fines de semana. La enfermedad mata arrolladoramente, pero la burocracia tiene su ritmo. Las muertes existirían sin burocracia, pero la indolencia multiplica la magnitud de la desgracia.

No culpo de esto a Lenín, disminuido en su movilidad; peor a Otto (rodeado por pirañas vestidas de tecnócratas de la SDP), que a sus escasos 36 años muestra mucha sobriedad y trabajo. Yo acuso al modelo de gestión pública actual, centralizado en una ciudad y ocupado tan sólo en agrandarse y absorber (pasaron de 2,500 a 10,000 millones en remuneraciones en muy pocos años). El modelo extrae recursos y los concentra en su cuenta única. En la SDP inventan permanentemente normas, procedimientos y permisos para consolidar lo que constituye su fuente de vida: el Poder. Aman ser en todo “el ente rector”, como reza ya, en tantos códigos y leyes vigentes. La relación de la SDP con el país está centrada en el dominio del resto, no reconocen la alteridad, de allí que donde debió haber habido solidaridad y misericordia, no han faltado las incriminaciones. Frente a la posibilidad de pandemias, el Modelo ya había inventado: un Viceministerio de Gobernanza y Vigilancia de la salud, una Dirección Nacional DN de Vigilancia Epidemiológica, otra DN de vigilancia y control sanitario, otra DN de Estrategias de Prevención y Control, por sólo citar unas cuantas. La parasitocracia es un mundo sin límites. Invierten millones excluyendo a las provincias, pero se dan el lujo de crear todo un “Ministerio de la Inclusión”.

Entonces, si ese es el Modelo, la crueldad de esta pandemia le da a Guayaquil el turno de hablar. Ya lo harán los políticos y empresarios. Mientras tanto, en mi interior, hay una voz que me dice 2 cosas, 1) que el GC pague inmediatamente, repito, inmediatamente, los millones que le debe a la Junta y a SOLCA, que el impuesto a SOLCA ya no vaya a la cuenta única (agujero negro del Modelo), sino directamente a SOLCA, que reabran el Hospital de Enfermedades Pulmonares Alfredo Valenzuela, que devuelvan al Leopoldo Izquieta los recursos y el poder para investigar y emitir registros sanitarios, que permitan hacer las pruebas de COVID 19 en Guayaquil, sin limitarse a un solo laboratorio comercial. Esto en salud. Y, 2), que se constituya un COMITÉ PRO GUAYAQUIL, que (trascendiendo lo político y lo empresarial) se encargue de escudriñar y tamizar toda iniciativa pública bajo el lente de la lógica territorial y el filtro del interés local, para luego diseñar un esquema de administración pública totalmente nuevo para Guayaquil y su zona de influencia, seguramente un régimen especial con profundas características federales. Wikipedia ubica a los virus entre los “parásitos obligados”. El COVID 19 es uno de ellos. Y no es el único parásito a erradicar. Hay que rediseñar el poder en Guayaquil, eso salvará a nuestra ciudad y probablemente también al Ecuador.